"No destruyamos el diseño de Dios" |
El pasado 11 de julio, once países firmaron en Ginebra, una declaración en la que manifiestan su preocupación y condena por la Ley de Arizona, la cual consideran que tiene un "espíritu racista, xenófobo y contrario a la inmigración de cualquier tipo". México, Uruguay, Panamá, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Cuba, Chile, Turquía, Senegal, Micronesia, fueron los firmantes.
Revisando un poco los últimos acontecimientos, del fallo que emitió la Jueza Susan Bolton a favor de la cacareada Ley SB 1070, se puede considerar una victoria por los grupos pro inmigrantes, sin embargo a decir por algunos expertos, todo esto puede tener un impacto negativo en las elecciones legislativas de noviembre, y podría perjudicar a los inmigrantes. Dicho de otra manera, éste es solo el primer paso de lo que seguramente será una reñida batalla legal. Ya lo ha dicho la gobernadora de Arizona, Jan Brewer, que está dispuesta a llevar el caso hasta la Suprema Corte. La pelea legal está recién en su primer round. Digamos que este favor de la Jueza Bolton, lo único que sirvió es para estimular a los republicanos y sin dudas lo utilizaran como bandera de lucha en las lecciones de noviembre. Inclusive esta buena noticia de veto parcial a la Ley, puede llevar a que muchos hispanos pierdan interés en votar en noviembre. Lo que significa que los candidatos - defensores de los migrantes – podrían perder las elecciones y dar lugar a un Congreso más “inhumano” en este tema migratorio.
Lo que sí sabemos es que en Arizona, hay un éxodo masivo de estudiantes, padres de familia y negocios que se están quedando en ruinas. Y tenemos claro que la Ley de Arizona, desviste una tremenda impaciencia por el fracaso del Gobierno Federal de dar una salida justa, inclusiva y humana. Electoralmente, es poco probable que los republicanos obtengan la mayoría en el Senado, pero puede ser que ganen varios asientos en el Congreso, siendo así, el Gobierno puede articular una postura y sentar a los republicanos en la posición de decir sí o no. Últimamente conocemos que las encuestas quieren que se resuelva el problema, que los defensores de la polémica Ley, no son antiinmigrantes y están preocupados esperando que se haga algo. Todos quieren acciones concretas. Esas cifras (de rechazo a los inmigrantes) no necesariamente son un desprecio, discrimen u oposición a la clase inmigrante en este país, sino a buscar una solución.
Ahora bien, volviendo un poco al tema de la famosa declaración de los algunos países en contra de discriminación. Este es un asunto que como hecho existe mucho antes de que la palabra se crease. Es desagradable analizar que la mayor parte de los 8 países Hispanoamericanos que firmaron este acuerdo en contra de la discriminación, la practican cotidianamente contra extranjero y otras minorías dentro de sus fronteras.
La legislación de estos países poco ha avanzado para combatirla, pero repetidamente son justamente estas leyes las que, con letras activa o pasiva, animan las prácticas racistas y prejuiciosas. En estos tiempos de recesión económica, es generalizado ver su aumento en forma imponente, en donde la población vuelca su descontento sobre la caterva de grupos raciales o religiosos, considerados como presuntos autores de esta situación.
Intentar detener el lenguaraz avance de este fenómeno para que no se sigan ejercitando conductas racistas, es una falacia, que cuando viene de quienes ostentan el poder se convierte en un claro ejercicio de hipocresía, por ser ellos los responsables de la Ley de Extranjería, y alcanza tintes de grave ineptitud, sabedores de que las recomendaciones no modifican los comportamientos.
En el caso concreto del Ecuador, este tema de segregación, señalamiento, separación, distinción, sexismo, etc. etc. es adecuado analizarlo y sobre todo destaparlo, debido a que lamentablemente, este absurdo humano no solo se hace evidente en el horizonte de la sociedad sino también a ras del Estado. Este, es un embarazo que desdichadamente no se gestó únicamente en el pasado, sino que sus ramificaciones alcanzan inclusive el aquí y el ahora. ¿Quién puede discutir? que no existe discriminación de género a consecuencia de la cual las mujeres resultan sometidas, reprimidas, esclavizadas, lastimadas, golpeadas, victimas de relaciones bestialmente machistas y patriarcales.
Y qué decir de la discriminación socio-económica por la cual los pobres, humildes, que se hallan en los sumideros sociales más bajos de la sociedad, sobreviven en condiciones extremas y no son tomados en cuenta por los opulentos barbajanes administradores de las políticas públicas. Indiscutiblemente no podíamos dejar de lado la discriminación político-cultural: como resultado de la cual la estirpe indígena y el pueblo negro son descartados, considerados como una carga pesada que retrasa el avance del país, y, por si fuera poco son los más pobres entre los pobres.
Ya vivimos más de quinientos años del descubrimiento y aparición del llamado capitalismo, este modelo es el oropel constitutivo para que los pueblos indígenas, entre ellos los pueblos originarios del Ecuador, empezaran su despojo y exclusión. Esta piratería inició con la sustracción de todo lo que se encontró a su paso, incluyendo supresión del poder, eliminación de sus autoridades; y para muchos, el mayor genocidio de la historia de la humanidad escrita con la sangre de más de setenta millones de habitantes.
Sin miramientos, la historia relata que se recurrió a cualquier medio para asesinar identidades, para eliminar de contenido las memorias simbólicas y culturales, para burlarse y deslegitimar las prácticas culturales y rituales, para enterrar los rostros culturales específicos.
Más de quinientos años de discriminación, por ser indio, por ser negro. La discriminación en Ecuador se vive con ropaje racial, qué injusto darnos cuenta que el color de la piel importe tanto. “Vivo como extranjera en mi propia tierra, cuando hablo nadie me entiende” es la voz silenciosa de la realidad experimentada por una kichwa otavaleña. Hasta la Iglesia católica, esperó décadas de deliberaciones para que el Papa reconociera que nuestros antepasados tenían alma. Que discriminación más aberrante!.
Es posible que lo expresado aquí, sea un grito más en la montaña. Probablemente es fácil para cualquier miembro de la sociedad (no importa el sector al que pertenezca) desinvolucrarse del tema de la discriminación, sobre todo si esto no le afecta directamente; es más difícil, en cambio, integrarse y combatirla, cuando esta lucha aparece haciendo nido en el despertar de la conciencia, tanto a nivel personal como a nivel colectivo.